Todo lo que aprende una joven ateniense
-esencialmente las labores domésticas: cocina, tratamiento de la lana y tejido,
y tal vez también algunos rudimentos de lectura, cálculo y música- lo aprende
con su madre, con una abuela o las criadas de la familia. De hecho, las
muchachas jóvenes apenas salen siquiera al patio interior de su casa, ya que
deben vivir lejos de toda mirada, alejadas incluso de los miembros masculinos
de su propia familia. Hecha esta salvedad, veamos cómo se educaban los niños
atenienses.
En
Atenas, la enseñanza, la asistencia a clase, no era obligatoria: el
padre de familia gozaba de total libertad para educar a sus hijos o permitir
que otros los educaran hasta los dieciocho años, edad en que el joven se
convertía en ciudadano y debía realizar el servicio militar.
Hasta
que el niño iba a la escuela (a los siete años), eran la madre y la
nodrizaquienes se ocupaban de él y le proporcionaban las primeras enseñanzas,
que consistían en historias tradicionales, mitología y leyendas nacionales, y
nada más, pues las pobres mujeres, que prácticamente nada habían aprendido,
prácticamente nada podían enseñar.
A
los siete años el niño comienza su "paideia", o formación cultural,
pasando a la escuela, siempre de profesores particulares.
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